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Carlos Fuentes y la televisión

Por Roberto Herrera

Carlos Fuentes nació el 11 de noviembre de 1928 en Panamá, donde su padre comenzó su carrera diplomática como representante de México para después ser trasladado a Washington. De su infancia, recuerda (2012):

“Yo crecí fuera de México, en las embajadas que la lotería diplomática fue asignado a mis padres: Río de Janeiro, Montevideo, Washington, Santiago de Chile, Lima, Buenos Aires, y desde ellas siento que perdí ciertas raíces y gané determinadas perspectivas. México, para mí, era un hecho de violentos acercamientos y separaciones frente al cual la afectividad no era menos fuerte que el rechazo”. 

Fuentes llegó a México a la edad de 16 años, país donde estudió la Preparatoria especializada en Historia y Geografía. Posteriormente realizó sus estudios superiores en la la Facultad de Derecho de la UNAM. 


Fuentes es considerado como uno de los escritores más importantes en México por su gran número de obras literarias publicadas y por sus reflexiones acerca de los sucesos que repercutieron a través del tiempo en nuestra región. Su viraje intelectual se distingue por la cuidadosa exploración de México y lo mexicano, a través de una obra extensa y que se servía de un lenguaje audaz y novedoso capaz de incorporar neologismos, crudezas coloquiales y palabras extranjeras. Como comenta en Los narradores frente al público (Op. cit, 2012):

“¿Cómo, en fin, darle palabras a todo esto, palabras mías en un medio donde el lenguaje popular es la máscara defensiva de las violencias sofocadas, un lenguaje de emboscada permanentes, que quema la lengua, que exige su amortiguador, su diminutivo, su albur, para mantener un equilibrio entre el mutismo verbal y la violencia física, y el lenguaje culto es otra máscara, la de un medio tono, una elegancia pegada con saliva, un falso pudor y una expresión anémica que pretende, una vez más, disfrazar y ordenar la muda violencia circundante? Si alguna respuesta pude dar a estas preguntas, está en mis libros.” 

De esta forma, su propuesta se sumergió en el inconsciente personal y en el colectivo y trasladó con vigor a las letras mexicanas con los mejores recursos de las vanguardias europeas.


A principios de este siglo Fuentes incursionó en el entorno popular, público y general de la sociedad mexicana mediante la conjunción entre el conocimiento y enseñanza del pasado mediante la realización de “Alma de México”. Dicha serie documental fue producida en coordinación con la Secretaría de Cultura de México y consta de 12 distintas temáticas históricas. 

Estos documentales muestran las peculiaridades religiosas, culturales, políticas-económicas y artísticas que atravesó nuestro territorio en diferentes periodos y realiza un acercamiento en los calificados procesos históricos de larga duración. Por lo tanto, estas cápsulas ilustrativas señalan de forma íntegra la ruptura y decadencia de las sociedades prehispánicas, el desenvolvimiento de los novohispanos durante la independencia, la formación del Estado-Nación con los liberales y la coyuntura ideológica y sociopolítica que significó la Revolución Mexicana en las distintas clases sociales de ese momento. 


De esta manera, la importancia de este material no se basa únicamente en un recuento histórico, sino que en buena medida se le atribuye el papel trascendental de nuestros antecesores, los cuales lograron conservar y reconstruir una identidad a partir de los símbolos, las tradiciones y costumbres que son parte de un nacionalismo cimentado por la continuidad de nuestra cultura.

También, estos contenidos audiovisuales pueden ser vistos y comprendidos por el espectador de forma sencilla, porque el lenguaje, las imágenes, los conceptos y las ideas son expresadas detalladamente siguiendo un orden cronológico. Además, estos materiales presentan comparaciones entre diferentes momentos, al igual que logran analizar a los principales sujetos que intervinieron en el devenir histórico de nuestro país. Por esta razón, estos documentales permiten crear un espacio de dialogo y de reflexión sobre el enorme patrimonio y la milenaria diversidad cultural que resguarda nuestro México.