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Dos miradas a Van Gogh, un Gabriel Ramírez

Hace unos días mientras escribía la primera columna El MACAY en la cultura me detuve para volver a mirar Lust for life (Estados Unidos, 1956) de Vincente Minelli. Aquel biopic, quizás uno de los más famosos en la historia del cine, ha sido referenciado en más de una ocasión [1] como punto de partida en la trayectoria de Gabriel Ramírez.


Lust for life se encuentra basada en la novela homónima de Irving Stone y el libro Las cartas a Theo y se vale del cinemascope y Metrocolor para presentar “una metáfora de la persecución de la expresividad pictórica más allá de la mera mimesis de la realidad” [2]. Ramírez recuerda haber visto la película en 1957, cuando se encontraba trabajando en la Ford y donde abrió un espacio para un cineclub. Ahí conoció al crítico de arte, Emilio García Riera, quien lo invitaría a colaborar en la Revista del Grupo Nuevo Cine. Dos años más tarde iniciaría su camino en la pintura y expone por primera vez en la Galería Juan Martín en 1965, un año de suma trascendental para él porque además de ser seleccionado en la VI Bienal de Jóvenes en París y en el Colectivo de La Habana su debut fue justo al día siguiente de Salón ESSO. 

Resultó una feliz coincidencia que a finales de 2017 se presentara Loving Vincent (Reino Unido & Polonia, 2017) a más de 50 años del estreno de la película que sacudió a Ramírez. Este prometedor biopic producido por BreakThru Films y Trademark Films emplea la animación a partir de aproximadamente 65,000 pinturas de 125 artistas que emularon el estilo de Van Gogh.


En Músicos y pintores (2011), Gabriel Ramírez recupera una cita de Paul Morand en L'art de mourir: "El sucidio es uno de los tristes privilegios de la especie humana; para matarse es preciso saber primero que se vive, y que se vive mal". Y añadiría más adelante: Van Gogh, desde luego vivió mal. Por su parte el creador yucateco ha conseguido equilibrar sus más grandes pasiones en la persecución de una utopía: trabajar solamente en lo que produce placer. Dicha clave, que para algunos pudiera pecar de simple, es quizá la quintaesencia de la trayectoria de un pintor que le guarda fidelidad a su creación pictórica y a sus trabajos de investigación cinematográfica.

Notas

[1] La revelación del color de Teveunam (2009), por ejemplo.

[2] Emerich, Luis Carlos (2007).Una poética del estallido: Gabriel Ramírez. Revista de la Universidad Autónomade Yucatán. Pp. 78-79.