FELGUÉREZ, UN REBELDE CON CAUSA
La celebración de los noventa años de Manuel Felguérez, el pintor más intelectual de La Ruptura, inició a la par de este año que está por concluir. El creador zacatecano ha mantenido una dinámica expositiva de más de seis décadas y conmemora el vigésimo aniversario de un recinto homónimo, el cual se encuentra dedicado enteramente a la investigación, colección, exhibición, conservación y difusión del arte abstracto. Felguérez es considerado pionero en esta corriente del arte contemporáneo que inició su periplo en México el 24 de noviembre de 1931 con la exposición de los Blue Four [1]. Sin embargo, tendrían que transcurrir un par de décadas para que la generación de Felguérez, una de las más sui generis del país, apostara por la autonomía estética.
Juan García Ponce presentó al artista, investigador y teórico como “uno de los más poderosos ejemplos de la voluntad de permanecer fiel a las exigencias auténticas del arte sin cerrarse al momento actual” [2]. Su rebeldía se ha convertido en un estado permanente, ya que su obra transita de la escultura a la pintura y se convierte en una unidad que se rompe y se reencuentra una y otra vez. En este afán de renovación y apropiación de los medios, Felguérez experimentó con materiales poco consuetudinarios para deconstruir los valores del muralismo mexicano. De esta forma, concibió el primer mural público abstracto en la historia del arte mexicano y mantuvo su interés en el espacio público con treinta obras murales donde integró escultura y arquitectura. De este periodo da cuenta “Manuel Felguérez. Obra pública”, libro que incluye textos de Jaime Moreno Villarreal y Angélica Gómez y que fue presentado el mes pasado en el Museo de Arte Moderno (MAM). Ese mismo día se re-inauguró una pieza de la colección escultórica intitulada “El barco”, obra que se integró en 1968 y que originalmente fue concebida para La Ruta de la Amistad.
Por su parte, el Museo que lleva el nombre del mayor de los Nueve pintores mexicanos preparó un programa especial que inició el pasado lunes 03 de diciembre con la develación del cartel del Festival Internacional de Poesía “Ramón López Velarde”, el cual fue retoma un fragmento de uno de sus óleos. Además de conciertos y la puesta en escena de “Bodas de sangre” de Federico García Lorca, a partir del martes se llevarán a cabo eventos académicos, los cuales se pueden consultar en el siguiente enlace.
De todas las actividades una que atrajo mi atención, casi de inmediato, es el ciclo de cine “Manuel Felguérez y su paso por el Séptimo arte: películas y documentales”, el cual inicia con la proyección de “La montaña sagrada” (1973). En la mencionada producción de Alejandro Jodorowsky, Felguérez diseñó una serie de máquinas y esculturas, entre las que destaca “La máquina del deseo”. Esta obra fue activada por primera vez después de cuarenta años como parte de la retrospectiva presentada en febrero de este año en la galería Páramo. Se trata de “una fábrica de arte integrada por formas geométricas con agujeros donde salían partes de cuerpos humanos pintados de color”[3]. En la retrospectiva que le organizan en Bellas Artes en 2009 el artista zacatecano comentó que después de construir la máquina puso un anuncio en el periódico convocando a participar en una escena en la que los interesados se meterían desnudos para enseñar, siempre en movimiento, partes de su cuerpo.
En esta misma época, los setentas, cuando era maestro en San Carlos, se enfocó en la utilización de la tecnología en la producción plástica a través de dos proyectos relacionados entre sí: El espacio múltiple (1973) y La máquina estética (1975). En este último proyecto investigó, gracias a la Beca Guggenheim, las posibilidades de la computadora como instrumento en el diseño de la creación artística, de lo cual recuerda [4]:
“Lograr ese proceso, era para mí una demostración de que la máquina además de tener una inteligencia artificial podía tener una sensibilidad artificial y es que los datos que yo le daba no eran lógicos, sino basados en la sensibilidad y sin embargo la máquina aprendió”.
Felguérez auspició con dicha hipótesis un debate entre “la habilidad de la computadora para sustituir al hombre y el arte como función exclusiva del ser humano (...) dos posiciones extremas, la primera arrogante y la segunda romántica” [5]
Referencias
[1] Humberto Mussachio, La llegada del arte abstracto, Revista de la Universidad de México, Núm. 129, noviembre 2014.
[2] Juan García Ponce, Nueve pintores mexicanos, México, ERA, 1968.
[3] Teresa del Conde [Coord.], Derroteros. Manuel Felguérez, México, CONACULTA.
[4] Manuel Felguérez, La máquina estética, 2001. Recuperado en Museo CJV.
[5] Manuel Felguérez, La máquina estética, México, UNAM, 1983.