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La verdadera historia de Inés Arredondo

La Ruptura Hoy   -   Addy CP   -   19/03/2019


Una de las cuentistas más sobresalientes en México, Inés Amelia Camelo Arredondo, nació el 20 de marzo 1928 en Culiacán, Sinaloa, un origen recuperado en el ciclo “Los narradores frente al público” (2014) en el que señala: 

“Y bien ustedes saben que legalmente no me llamo Inés Arredondo, que esta manera chocante de pronunciar la s, la ch y la j no significa ninguna extranjería, y que quizá esta historia de mi infancia que acabo de contarles sea inventada. Pero mi nombre y mi historia los he escogido yo, y, aunque de mala gana, he aceptado mi manera pedante de hablar, y no hay estas cosas verdad más cierta para mí que ésta: me llamo Inés Arredondo y viví mi infancia en Eldorado, Sinaloa, en un lugar que está entre el mar y la margen norte del río San Lorenzo”.

Al decidir contar su historia de esa manera Arredondo fijó su postura literaria al ordenar los hechos en la búsqueda del sentido como verdad o presentimiento de verdad. Su primer contacto real con la literatura lo tuvo a los seis años, cuando según su recuerdo infantil su padre le recitó de memoria el Romancero del Cid mientras tomaba nieve bajo un flamboyán. De esta manera pasó su infancia entre Culiacán y Eldorado, un espacio donde vivían sus abuelos maternos y al que acudía los veranos para ser ella misma.

En 1947 se muda a la ciudad de México para estudiar Filosofía en la UNAM. Al año siguiente se cambió a la carrera de letras hispánicas tras leer a Nietzsche y Kierkegaard. Una joven Arredondo recupera de su memoria dicho encuentro con la ciudad de México:

“Los conciertos, la Facultad de Filosofía, los nombres, la pintura; todo eso encontré cuando vine aquí: mucho menos de lo que había esperado. Me parece que en México cada uno se exige por debajo de sí mismo y así se malea muy pronto; apenas pasados los treinta años un ‘alguien’ de México es mucho menos que él mismo a los veinte”.


En 1953 Arredondo se casó con Tomás Segovia, con quien tuvo tres hijos. En este tiempo escribió ensayo, reseñas, notas y artículos periodísticos. Sin embargo, su nombre aún no figuraba en su generación, la de la Casa del Lago. En 1961 fue becaria del Centro Mexicano de Escritores y escribió su primer volumen de cuentos, La señal, una obra de la que Huberto Batis calificaría como “relatada con destellos de angustia total” y en el que sus personajes descubrirían que “el amor no tiene un solo rostro”.

Cuatro años más tarde, como madre divorciada se desempeñaría en diversos puestos para sostener a sus hijos: miembro de la mesa de redacción de la Revista Mexicana de Literatura (1965), profesora de la Escuela de Cine en la UNAM (1965-1968) y dela Escuela de Teatro del INBA (1965 y 1967); crítica de México en la cultura (1965-1967);colaboradora de Radio UNAM (1965-1970) y en el Diccionario de Escritores Mexicanos del Centro de Estudios Literarios de la UNAM (1967); redactora del Departamento de Información y Prensa UNAM (1965-1968); coguionista con Juan García Ponce de Mariana (1967); investigadora del Centro de Estudios de Historia de México, Condumex (1966 a 1973). En este tiempo escribió ensayo, reseñas, notas y artículos en revistas y suplementos culturales que, aunque actualmente se puede revisar en el libro Ensayos (2012) se deja de lado su trabajo como guionista de televisión y radio. Salvo claro está el escrito que se publica de manera póstuma en Tierra Adentro Núm. 84:

“A principios de 1960 me encargaron fichas para el Diccionario de Literatura Latinoamericana. De entonces a la fecha trabajo también en las fichas del diccionario de la librería Porrúa y en el Diccionario de historia y biografías mexicanas que prepara la Universidad Nacional; en esto he trabajado en el departamento de literatura bajo la dirección de María del Carmen Millán yen el de historia bajo los profesores Jorge Gurría Lacroix y José María Luján. Pero como las fichas catalográficas requieren bastante tiempo y esfuerzo y están mal pagadas, en febrero de 1961 empecé a trabajar para publicidad Krupensky, escribiendo diferentes mamotretos para series de radio y televisión”.


La relación que los integrantes de la Generación de la Casa del Lago tuvieron con los medios me parece que es un trabajo pendiente por realizar ya que existe poca documentación e investigaciones sobre uno de los catalizadores del arte y la literatura moderna en México. Un avance en este aspecto fue precisamente el Homenaje que el Encuentro de Periodismo Cultural preparó para Huberto Batis dentro de la FILEY 2019. Algunas de las cualidades que los conferencistas, Julio Aguilar y Alegría Martínez, destacaron del editor mexicano fue su férreo interés en continuar con su trabajo en el suplemento Sábado frente a las sugerencias de dejar una labor tan ingrata. Según explicaron, la principal motivación del escritor mexicano se encontraba cimentada en la capacidad del arte y la cultura de congregar a sectores tan disímiles de la sociedad mexicana frente a una misma capacidad humana: la contemplación. El suplemento permitía, de esta forma, que los mexicanos accedieran a un bajo costo a textos y traducciones que de otra manera resultarían insostenibles. También, según se comentó en el Homenaje, sacudía el concepto de canon al ubicar en un mismo sitio poemas con actrices de telenovelas mexicanas.  

Referencias

  • Acevedo Escobedo, Antonio [Comp.] (2012). Los narradores ante el público. Primera serie. México: Instituto Nacional de Bellas Artes & Universidad Autónoma de Nuevo León
  • Arredondo, Inés (1965). La señal. México: Editorial ERA.
  • Arredondo (1961). Inés Arredondo: un mundo más profundo y verdadero. Tierra Adentro Núm. 84. Febrero – marzo de 1997, p. 4 y 5.