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Tomás Segovia, in memoriam

Las palabras de Tomás Segovia, quedan sobre nuestras manos, se nos meten por los ojos, vibran a lo largo de nuestro cuerpo, nos provocan el placer de quien cree poseer, pero presiente ser poseído. Este día a nosotros nos toca celebrar su nacimiento, aunque quizá él hubiese deseado que celebráramos cada aliento contenido en su obra. ¿Quién es Tomás Segovia? Podríamos crear una narración que pretendiera describir quién fue a través de sus actos, pero mejor hablan por él sus obras o él por medio de éstas, como su poesía que resuena de uno a uno, como un aprendizaje de cuerpo a cuerpo.


El escritor hispano-mexicano nació el 21 de mayo de 1927 en Valencia, donde pasó su primera infancia hasta que a la edad de dos años se mudó con su familia a Madrid. Ahí residió hasta los nueve años, cuando se exilió a Francia debido a la Guerra Civil. Más tarde viajó a Marruecos, donde inició el bachillerato que concluyó al llegar a México. En este país estudió en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y  Lengua francesa en el Institut Français d'Amérique Latine (México). Certificat d'Aptitude à l'Enseignement de la Langue Française (La Sorbona).

A los dieciséis años publicó sus primeros poemas en revistas juveniles y cuatro años más tarde saldría su primer libro, La luz provisional, una edición casera que se encuentra descatalogada y que condensa el sentido de su poesía y de su observación de la luz y su cualidad transitoria. Además de poeta fue traductor, dramaturgo y se desempeñó en múltiples cargos tanto en el mundo académico como en el editorial: editor de la Dirección General de Publicaciones de la UNAM; secretario de la colección de clásicos universales; organizador y director de La Casa del Lago; profesor de El Colegio de México, donde creó el Centro de Enseñanza e Investigación de la Traducción; director de la Revista Mexicana de Literatura; jefe de redacción de Plural. De tan prolífica etapa recuperamos un poema que evoca sus largos paseos por Reforma en los que se comparte la emoción de un hombre joven que trabaja mucho y que lava su espíritu en los atarcederes de Reforma:

Los jardines allá contra el ocaso

desnudan ya sus pies entre las sombras.

Bajo el sol de la tarde

yo distiendo mis miembros

como un dulce animal oscurecido.

 

Entre las altas hojas, 

la luz de las promesas;

yo la miro volar, 

tranquilo como un rey.

 

Un día seré pobre inexpresablemente, 

haré mi corazón de un puñado de tierra desdeñada, 

tendré la frente pura

y la mirada inacabable:

 

volveré, volveré;

felicidad, vendré por ti.


Dicha forma de vida dio origen a su particular visión de la poesía y la creación literaria de las que frases como : “El mundo literario por sí mismo a mí no me interesa nada” dieron fe. Este mundo que se levanta como un libro desplegable en nuestras mentes con todos sus gigantes y molinos, con sus presentaciones de libro y ediciones míticas, pero que no le interesa por ser un constructo, a diferencia del mundo con el cual tiene contacto, aquél que lo circunscribe y en el cual nos deja inmersos en las lecturas de sus poemas.  

En su obra, es posible apreciar la importancia dada al contacto ya sea entre dos amantes o entre el ser y el mundo, que podríamos explicar como el deseo de entender la vida y entenderla en contexto, en la práctica, como solía decir. Todos los desnudos que anteceden al baño o las caricias significan apertura, entrega y emoción, quizá como la actitud que Segovia mostró ante la vida siempre cambiante. Siempre de un lugar a otro, de España a Francia, de Francia a Marruecos, de Marruecos a México y a cualquier rincón, tan solo asido a la mujer como origen y retorno. Quizá el principal deseo de Segovia no sea cifrar la realidad sino descifrarla, desnudarla de cualquier tipo de confección y vestido. Inclusive, y sobre todo si ésta viene de arte; a través de las caricias propias o ajenas, de cualquier medio como el viento de una tormenta o el agua de una piscina. El fin era descubrir y experimentar por medio del roce de las curvas, el peso, las figuras del cuerpo y la mente e irremediablemente el mundo - Por Karina Ordoñez.