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EL OTRO RIVERA

La Ruptura Hoy   -   Addy CP   -   09/12/2019

Por Addy CP; Isaac Torres Tlaxcalteca

El otro día, mientras me encontraba escribiendo la anterior publicación, recordé una anécdota de José Luis Cuevas, en la que cuestionó a Diego Rivera por su periodo cubista. “Se tratan de simples ejercicios, José Luis”, respondió de manera expedita y de esta manera cerró la conversación. 


Obvió, de esta manera, su paso en La sección áurea, el grupo de cubistas que aplicaban las matemáticas a la pintura para obtener una armonía estética. Dicha omisión, no es para menos, pues según comenta Lupina Lara Elizondo (2005)su paso por el cubismo no fue del todo afortunado. En un principio gozó de franca amistad con Picasso, la cual favoreció la posición de Rivera en Montparnasse. Durante este tiempo, de 1913 a 1917, él trabajó de manera desenfrenada y produjo más de doscientas pinturas, acuarelas y dibujos cubistas. 

Su adhesión al grupo de cubistas no fue del todo absoluta, ya que su identificación con el grupo al que pertenecieron Duchamp, Delaunay, Gleizes, Metzinger y Fernand Léger era parcial. Sus piezas no escondíansu caligrafía estética y el dominio del lenguaje quedó manifiesto en Paisaje zapatista (1915), su obra maestra cubista, de acuerdo a la crítica de arte.


Esta obra, además, representa el primer acercamiento pictórico a la temática de la Revolución Mexicana. En esta pieza Rivera “reconcilia el lenguaje formal y universal de la vanguardia cubista con preocupaciones claramente mexicanas” (Staton & Mello, 2013). Esto resulta evidente en el volumen, el fondo, los elementos figurativos (el zarape, el sombrero y la carabina) y la paleta de colores relacionados con la mexicanidad. 

La separación de Rivera con el cubismo fue producto del distanciamiento que tuvo con Picasso, en un altercado que ha sido de sobra documentado. El pintor español acostumbraba a mirar las propuestas de la “segunda generación” de cubistas como parte de su proceso creativo y Rivera no fue la excepción. Tomó de Paisaje zapatistaelementos como el espeso follaje y su concepto de espacio negativo, el cual se encuentra representado por las sombras blancas. Así nació el mismo año Hombre acodado en una mesade Picasso y la relación entre ambos creadores se terminó, como lo expresó su esposa Angelina Beloff (1986):

“Diego se enojó con Picasso por el siguiente incidente. Diego pintaba en ese momento paisajes cubistas e interpretaba los árboles con un procedimiento que él inventó. Poco tiempo después fue a ver a Picasso y observando las telas recargadas contra la pared, vio un paisaje pintado con el mismo procedimiento que el suyo. Picasso le dijo que esa tela era una tela vieja que él había pintado con el mismo procedimiento que el suyo. Diego entonces maliciosamente pasó su dedo sobre la pintura y ésta se embarró con el dedo y le dijo: Esta es pintura fresca. Picasso se enfureció y ahí terminó la amistad”.


La segunda razón de la separación de Rivera del cubismo la apunta Lara Elizondo más adelante (2005, p. 157): una controversia sostenida con el poeta y crítico de arte Pierre Reverdy, quien desdeñaba a los seguidores del cubismo y atacó con virulencia a los que pintaban retratos, siendo Rivera el más destacado. El altercado llegó a los golpes y al rompimiento del pintor mexicano con su marchante, quien era amigo de Reverdy. 

Un nuevo camino se abrió para él con la presidencia de Álvaro Obregón y José Vasconcelos al frente del Ministerio de Educación, ya que encontraría su proyecto de vida en la pintura mural. Después de su regreso a México, tras una larga estancia en Europa (1907-1910, 1911-1921), Rivera fue configurando y definiendo definitivamente un pensamiento ideológico-estético que abogó por apreciar y entender las expresiones populares y nacionales en un marco que entendía al arte como instrumento revolucionario de las masas (Tibol, 1979).

Además, su regreso a México se vio acompañado de una pronta incorporación al Partido Comunista, al cual ingresó en finales de 1922, tan sólo un año después de regresar a su país natal, hecho que nos parece, representa la entrega oficial del pintor a los ideales que se conjugaron con su forma de entender el arte. En este sentido, Rivera, al igual que Siqueiros, optó por un arte de “reconquista de las formas públicas desaparecidas con la terminación del Renacimiento en las condiciones sociales y técnicas del mundo democrático” (Siqueiros, 1945).

Referencias

  • Beloff, A. (1986). Diego Rivera. Proceso #495.
  • Lara Elizondo, L. (2005).Referencias de Picasso en México. Ocho pintores.México: Promoción de Arte Mexicano.
  • Siqueiros, D. A. (1945). No hay más ruta que la nuestra: importancia nacional e internacional de la pintura mexicana moderna.México: Talleres Gráficos de la Secretaría de Educación Pública.
  • Staton, A., & Mello, R. G. (2013). Paisaje zapatista, 1915. En M. N. Arte, Catálogo exposición Diego Rivera, cubista(pág. 26). México.
  • Tibol, R. (1979). Prólogo. En D. Rivera, Arte y política(págs. 13-28). México: Grijalbo.