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LA RUPTURA Y EL AUTORRETRATO

El otro día me encontraba leyendo Cien autorretratos mexicanos, una revisión estética liderada por investigadores del Centro Nacional de Investigación, Documentación y Difusión de Artes Plásticas (CENIDIAP), cuando recordé aquella frase de Jorge Alberto Manrique (2007)que utilizó para referirse a La Ruptura: 

El ataque a la maltrecha fortaleza lo hicieron los jóvenes en todos lo terrenos, pero sin duda más pintando que hablando. Dado que no parecía fácil la posibilidad de una convivencia pacífica, el ataque resultaba una necesidad. 


De esta forma, atendiendo a que el autorretrato es uno de los procesos más creativos, más íntimos de un artista, habría que dedicarle un espacio para contemplarlos como mudos testigos de la plástica moderna y contemporánea. La cita de Francisco Segovia (1996)que utilizaron como punto de partida para problematizar su investigación  resulta de lo más pertinente para pensar lo anterior: 

Es en los autorretratos […] donde la pregunta sobre el valor del arte aparece formulada con más vehemencia. Y es en ellos, también donde parece más claro que la búsqueda de la verdad del arte puede hacerse dentro del artista, pero que no depende de él en absoluto. Los autorretratos ponen el dedo en esa llaga: ¿cuál es la relación de la verdad artística con el artista?, ¿qué tiene que ver el artista con la verdad que su arte expresa?, ¿qué significa, en cualquier caso, la identidad?

Verifiqué, entonces, presurosa el catálogo que se incluye en el material y encontré el trabajo de 5 modernistas solitarios (Gerzso, Mérida, Soriano, Goeritz y Tamayo) y de los jóvenes pintores de la segunda mitad del siglo XX (Rojo, Gironella, Escobedo, Aceves Navarro, Toledo y Cuevas). Por supuesto, no se podría hacer una primera lectura a partir de este reducido número, ya que no incluye, desafortunadamente, a todos los integrantes del núcleo duro. De ahí, que nos tomáramos la tarea de indagar en nuestro acervo para (re)pensar lo planteado por los investigadores del CENIDIAP para los integrantes de La Ruptura.

Encontramos autorretratos de la época, como los de Enrique Echeverría y Fernando García Ponce, y otros de manufactura más reciente, V.g. Roger von Gunten y Vicente Rojo. Al parecer los de La Ruptura no se distinguen por su obsesión con su propia imagen, con excepción de José Luis Cuevas, quien de acuerdo con Juan García Ponce (1996)“construyó con meticulosa paciencia su figura como monumental y monstruosa”. Al autorretratarse infinidad de veces dejó una autobiografía de imágenes, como lo son también sus escritos.


Ilustración 1. Autorretrato boceto para dibujo, 1992. José Luis Cuevas.

Pienso también en Vlady, ya que tiene obra evidentemente autorreferencial, aunque el pintor ruso – mexicano le dedicó menos espacio que el enfant terrible de La Ruptura y se diferencia por su interés íntimo por expresar sus vivencias internas. Precisamente, un lustro atrás, el Centro Vlady con motivo de su décimo aniversario luctuoso presentó “Demonios Revolucionarios”, su primer estudio iconográfico, el cual reveló un mundo plagado de misticismo.  


Ilustración 2. Autorretrato, 1977. Vlady.


De Alberto Gironella podemos mencionar su autorretrato póstumo, Autorretrato Fayum, el cual dejó inconcluso, no así sucedió con su última voluntad: “ni actos de cuerpo presente, ni homenajes, ni lagrimitas”. Pidió, según explica Silvia Cherem (2004), que se le hicieran mascarillas de manos y rostros, y que de inmediato se le incinerara. 


Ilustración 3. Autorretrato Fayum, 1999. Alberto Gironella.

Diametralmente opuestos, por representarse en una etapa temprana de su vida se encuentran Fernando García Ponce y Lilia Carrillo, quienes tenían en aquel entonces 17 y 21 años, respectivamente. Ambos abandonaron la figuración y pasaron a formar parte de los precursores del arte abstracto en México. En su carrera artística compartieron escenarios y distinciones como jóvenes pintores, tal es el caso del Salón ESSO (1965), Nueve pintores mexicanos (1968) y la Exposición Internacional en Osaka, Japón (1970).


Ilustración 4. Autorretrato, 1951. Fernando García Ponce.



Ilustración 5. Autorretrato, 1950. Lilia Carrillo.

Enrique Echeverría se representa en una etapa madura, a los 34 años, en la segunda fase de su trayectoria y que Mercedes Iturbe (2003) denomina Las búsquedas(1954-1959). En aquel entonces, el pintor mexicano se encontraba en Nueva York, donde entró en contacto con el abstraccionismo, la corriente en la que se desarrolló plenamente. 


Ilustración 6. Autorretrato, 1957. Enrique Echeverría.

Los autorretratos más recientes son los de Roger von Gunten y Vicente Rojo, los cuales fueron producidos en 1984 y 2016, respectivamente. Junto con Felguérez, se tratan de los últimos testigos de una generación de jóvenes creadores que “se atrevieron a disentir y en la década de los 50 se hicieron cada vez más presentes con expresiones de la subjetividad, la abstracción, lo conceptual, de intención expresionista o íntima y de vivencias internas” (Ugalde Gómez, 2012). En su Autorretrato en la isla, Roger von Gunten refleja su caligrafía estética, la cual se expresa en coloridos mundos, casi etéreos. Mientras que, Vicente Rojo estructura su trabajo creativo en series, como la que inició en 2016 (y continúa realizando) para rendir homenaje a sus herramientas de trabajo y objetos que lo han acompañado a lo largo de su vida.


Ilustración 7. Autorretrato en la isla, 1984. Roger von Gunten.



Ilustración 8. Autorretrato, 2016. Vicente Rojo.

Así, como pudimos ver a lo largo de este sucinto recorrido, la complejidad y pluralidad de posibilidades para poder mirar e interpretar lo representado es un área de la cual se pueden desprender numerosos análisis. Ya sea visto como un acto de rebeldía, autonomía, afirmación, el autorretrato nos brinda herramientas para estudiar una colectividad de individualidades que renunciaron a escribir una declaratoria oficial. En ellos es posible encontrarnos con estos ríos subterráneos que Armando Pereira (1998)ubicó en la generación de la Casa del Lago como conectores entre la obra de sus integrantes.

Referencias

  • Cherem, S. (2004). Trazos y revelaciones. Entrevistas a diez artistas mexicanos.México: Fondo de Cultura Económica.
  • Iturbe, M. (2003). Tiempo suspendido. En M. d. Artes, Enrique Echeverría. Tiempo suspendido. 1923-1972.México: S.E.
  • Manrique, J. A. (2007). Una visión del arte y de la historia. IV.México: UNAM; Instituto de Investigaciones Estéticas.
  • Pereira, A. (1998). La Generación de Medio Siglo. En M. D. Morales, Juan García Ponce.México: Universidad Veracruzana.
  • Ponce, J. G. (1996). Introducción. En J. Moreno Villarreal, José Luis Cuevas: el monstruo y el monumento. Iconografía de una imagen pública(pág. 7). México: CONACULTA & Fondo de Cultura Económica.
  • Segovia, F. (1996). Retrato hablado.México: Ediciones sin nombre.