Logo Macay
logo La ruptura

Miguel Ángel Alamilla, una entrevista

La Ruptura Hoy   -   Addy CP   -   06/08/2018

A propósito del próximo cumpleaños del pintor abstracto, escultor y dibujante mexicano Miguel Ángel Alamillarecupero algunos pasajes de una entrevista que le realicé tiempo atrás en un viaje a la Ciudad de México. Habían transcurrido apenas unos meses desde que comenzamos a operar el proyecto de creación del CEVIDI y para aquel entonces indagábamos las múltiples rutas trazadas por La Ruptura a través de los testimonios de sus protagonistas.  

Ilusamente me hospedé en el Centro Histórico de la Ciudad de México porque consideré que de esta manera podría desplazarme a las distintas locaciones que tenía en agenda. No quería dejar pasar ninguna reunión concertada de manera previa, sobre todo la que me permitiría platicar en extenso con quien expuso “Versiones. Recordando a Fernando García Ponce” en 1997. En dicha muestra Alamilla rindió un homenaje “a la libertad creativa, sin fronteras” del creador yucateco con el que comparte el abstraccionismo. Así, en la sala 1 del entonces Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán (MACAY) se exhibieron collages que mezclan sobrantes de papeles industriales y artesanales, fragmentos de impresos y pedazos de dibujos, así como el uso de retazos de fotografías y de tipografía y el empleo de la pintura a través de técnicas identificadas como el goteo, escurrido y manchado de pigmentos (variaciones del histórico dripping)” [1]. 


Fotografía 1. Versiones, recordando a Fernando García Ponce. Diario de Yucatán, 17 de enero de 1997.

Unos meses más adelante Alamilla regresó al MACAY, ahora en una muestra colectiva que reunió un centenar de obras de una pléyade de creadores que tuvieron como antecedente y referente inmediato a La Ruptura: “La generación de los cincuentas”. Dicho conjunto de artistas estableció criterios estéticos no homogéneos que les permitieron adaptar el carácter rupturista que apostaba por la internacionalización del arte y la autonomía estética al trabajo colectivo y a la diversificación del arte. Prueba ello es la crítica social profunda que realizan en los 70’s y 80’s y el énfasis que imprimieron a problemas muy concretos sobre la naturaleza del arte y el involucramiento del público que lo convertía en un espectador activo. Al respecto Ricardo Conkling [2] dice que la generación de Alamilla “no intentó ser una escuela, ya que se rehusó a imponer sus conceptos sobre el arte; simplemente deseó ser una alternativa para el desarrollo de futuras generaciones de artistas plásticos”.

Con los anteriores antecedentes y después de revisar la entonces frugal bibliografía del acervo CEVIDI sobre su obra, acudí a su casa ubicada en las antípodas de la Ciudad de México para platicar La Ruptura y su generación. 

***

Addy Cauich (AC): ¿Recuerda el ambiente cultural y artístico de su período de formación?

Miguel Ángel Alamilla (MAA): Sí, el periodo de formación de todo pintor es algo fundamental. Precisamente de lo que hablábamos antes de iniciar esta entrevista sobre la generación de La Ruptura era lo que había en ese tiempo. Para mí la Generación de La Ruptura tiene su base fundamental en los textos teóricos de Juan García Ponce. La generación de la ruptura, estos pintores de los años 50´s, 60´s, están unificados y además tienen su valor en la congruencia con los textos de Juan García Ponce, no lo veo de otra manera. Ellos transformaron la manera de ver, hablar y entender con la pintura, como decía García Ponce. Estos pintores exponían continuamente y sus obras fueron verdaderamente impresionantes en su momento para mí. Aparecían por todos lados en los periódicos, las revistas y el Museo de Arte Moderno con un entusiasmo que me deslumbraba. Yo quería ser como ellos, pintar así en el tiempo en que me formé. Cuando descubrí los textos, ensayos y críticas de Juan García Ponce que me parecieron deslumbrantes y que finalmente terminaron siendo la idea fundamental de mi trabajo.

AC: ¿Cuáles eran los lineamientos que seguían “La Esmeralda” durante su formación académica?

MAA: Por un lado, estaban las últimas muestras de la vieja escuela mexicana que tuvo como antecedente la gran difusión, consolidada, hasta digerida de los muralistas. Por el otro se encontraban los pintores más jóvenes de la generación de la ruptura que se abrieron paso de una manera no tan fácil como ahora. Al mismo tiempo la llegada de intelectuales y artistas españoles refugiados en México en las universidades, en el arte, en el periodismo, en la literatura resultó sumamente enriquecedor para la cultura mexicana. Las revistas empezaron incluso a salir del país para ver ciertas manifestaciones artísticas y la mezcla de todo es lo que da una visión general, aunque también limitada, de lo que estaba pasando en el mundo artístico.


Fotografía 3. Siqueiros y Cuevas. 

AC: ¿Podríamos señalar a su generación como inmediata a La Ruptura?

MAA:Creo que que ya no es igual pretender ser heredero de la ruptura o pretender ser hijo de esas ideas. Son ideas que lo forman a uno y aunque uno quisiera o no esté en contra de ellos, pues es otro tiempo, es otra manera de cómo se formó cada quien. Tuve la suerte de conocer a Juan y de formarme de esa manera de pensar. Hay un beneficio que nos cedieron, qué es el de ser un poco más libres, de ser lo que cada quien sea capaz y busque la manera de hacer. Entonces, yo no diría que mi generación es consecuencia de La Ruptura, aunque si nos dan cierta formación, libertad y nuevos territorios para explorar, pero somos otros y ahí está la bronca de los pintores de mi generación. Cada uno tendrá que hacer lo que pueda y creo que así acontece. Por supuesto, en ningún momento negaría yo la formación que recibí de ellos, pero somos otra historia y otro tiempo.

AC: ¿Cómo decide ser un pintor abstracto y no figurativo?

MAA: El período de mi formación ocurrió en un momento importante de la abstracción en el mundo, no sólo en México. En “La Esmeralda” tuve mis etapas de aprendizaje suficientes para formarme como pintor, pero en realidad lo que había era el arte abstracto y eso se respiraba en todos lados. Sobre todo, algunos representantes de la ruptura que eran pintores abstractos que influían en los estudiantes de una manera importante. Creo que fue eso lo que me cautivó, me cautivaron los pintores norteamericanos, los expresionistas abstractos y me cautivaron los españoles también y en mucho los franceses. El expresionismo francés, el informalismo francés son etapas maravillosas que tienen mucho que ver con todo, eran los tiempos de Francia, de los textos teóricos de Juan García Ponce en México, del expresionismo norteamericano. ¿Cómo iba uno a dejar de ver eso y darse cuenta de lo que estaba pasando?

Fotografía 4. Miguel Ángel Alamilla 

AC: ¿Qué papel jugó su actividad docente en su formación artística?

MAA:Esa es una pregunta complicada porque tiene mucho que ver con la época en la que yo me dediqué a dar clases. Cuando la comunicación empezó a cambiar rápidamente y todo fue más accesible, los jóvenes se volvieron más libres y con objetivos más claros de lo que querían hacer. La organización del mercado del arte permitió a todo el mundo vender y comprar. La efervescencia en todo sentido fue tal que los jóvenes estudiantes empezaron a creer que así era. Aprendí mucho de esta situación y de la actitud de los jóvenes: que había que ponerles más atención a sus valores de la creación artística, lo que significa para ellos ser pintores y tener una vida entregada a la pintura y al arte, a reconocer ciertos valores de los viejos maestros y a tratar de ser distinto para mantener una tradición. En fin, muchísimas cosas, pero esa especie de evolución informática no fue tan fácil de entender para gente de mi generación. O te encerrabas en tu nuez, te callabas y te ponías a trabajar o le entrabas a tratar de entender esto y por encima de todo eso seguir haciendo tu obra. 

Referencias

[1] María Teresa Mézquita Méndez, MACAY. Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán. 15 años, 2012, pp. 81.

[2] Ricardo Conkling, La generación de los cincuenta, Circuito artístico de la zona sur, 1997.