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PEDRO FRIEDEBERG, (H)ARTISTA*

La Ruptura Hoy   -   Addy CP   -   13/01/2020

Por Addy CP + Anya Nicolette Sabido

El sábado pasado Pedro Friedeberg cumplió 84 años, motivo por el cual dedicamos una publicación del blog para dar cuenta de un capítulo de su vida, en el que compartió escena con los integrantes de la llamada Ruptura. 


Nació en 1936 en Florencia bajo el nombre de Pietro Enrico Hoffman Lansberg, es hijo de padres alemanes que vivían en Italia. Tras el divorcio de sus progenitores, su madre escogió trasladarse a México, donde se casó con un primo de apellido Friedeberg, el cual configuró más tarde el nombre del artista.

Sobre su infancia, Friedeberg afirmó a José Cervantes que se resiste a hablar de ella, debido a que considera dicha descripción como aburrida: “Invariablemente me salto hasta la página en la que la persona cumple 23 años. Todas las etapas infantiles se asemejan” (Cervantes, 2011). Dicha cifra, que en apariencia es aleatoria, alude a la época en que realizó su primera exposición individual en la Galería Diana, en la ciudad de México. Al año siguiente, presentó la exposición/happening en la Galería de Antonio Souza, la cual recuerda de la siguiente manera: 

“El propósito era dar a conocer un movimiento contestatario y de rebeldía que inventó Mathias Goeritz, patrocinado por un grupo de artistas, entre ellos yo. Se denominaba Los Hartos y contaba con su propio manifiesto. Este movimiento fue anterior al de ‘La Ruptura’, tan exageradamente propagandizado por José Luis Cuevas y que realmente no existió” (Cervantes, 2011, p. 181).

Cuando corrían los años sesenta y durante buena parte de los setenta, Friedeberg era noticia de primera plana de las secciones culturales. Su voluntad artística se encontraba invadida por la ironía y uno de sus grandes propósitos era precisamente la “no pertenencia”. Él, según explica Luis Carlos Emerich (2009, p. 27), “refrendó en México el mito del artista como genio (o al menos, culto y extravagante) y la condición del arte como un campo de revelaciones”. El crítico de arte prosigue comentando que, precisamente uno de sus principales méritos fue el de proponer, afirmar y difundir al arte en medio de la adversidad, en tiempos de Ruptura.


Así, en 1960 fundó el grupo de Los Hartos con sus maestros Mathias Goeritz y José Luis Cuevas. Lo que ocurrió exactamente en esta singular forma de protesta se ha desdibujado con el paso del tiempo y, de acuerdo con Frederico Morais (1987)“ni los propios (h)artistas se acuerdan de todo, ni siquiera Goeritz”. Sin embargo, con base en el comentario de Rodríguez Prampolini (1961) pudo responder a la pregunta ¿quiénes eran Los Hartos?:

  • Había un (h)ilustrador, José Luis Cuevas, quien presentó un “mural” inexistente, puesto que no pasaba en realidad de cuatro líneas formando un cuadro en una pared blanca, intitulado “Visiones panorámicas del Harte”.
  • El (h)arquitecto, Pedro Friedeberg, con un juego de mesas fantásticas, con el cual ironizaba el funcionalismo arquitectónico.
  • Un (h)embarrador de papeles, Jesús Reyes Ferreira. 
  • La (h)institutrizAgripina Maqueda y el (h)agricultor Benito Rodríguez de Temixco, quienes exhibieron una rienda infantil y un montón de frutas, respectivamente.
  • La (h)ama de casa Chelo Abascal de Lemionet presentó una comida extrañamente preparada.
  • El (h)obrero Benigno Alvarado exhibió su piedra labrada a medias.
  • El (h)aprendiz de pintura abstracta (Action Painting) era el niño de siete años Octavio Asta.
  • El (h)industrial Francisco Ávalos llevó vidrios soplados en su propia fábrica.
  • Un (h)ave, la gallina Inocencia, con su huevo.
  • El retrato de un (h)enfermo mental hecho por la (h)objetivismo Kati Horna.
  • Finalmente, el (h)intelectual, espíritu rector de la desquiciada (h)exposición, Mathias Goeritz, expuso uno de sus dorados mensajes metacrómáticos.

Estos “12 apóstoles de un movimiento que se dirige en contra de la egolatría artística”, como los refirió Ida Rodríguez Prampolini (1974)se condensó en un manifiesto escrito en primera persona en 1961, en el que criticaban al campo artístico de la segunda mitad del siglo XX (Kartofel, 1992, pp. 98-99):

“Estoy harto de la pretenciosa imposición de la lógica y de la razón, del funcionalismo, del cálculo decorativo y, desde luego, de toda la pornografía caótica del individualismo, de la gloria del día, de la moda del momento, de la vanidad y de la ambición, del bluff y de la broma artística, del consciente y subconsciente egocentrismo, de los conceptos inflados, de la aburrídisima propaganda de los ismos y los istas, figurativos o abstractos. Harto también del griterío de un arte de la deformación de las manchas, de los trapos viejos y pedazos de basura; harto del preciosismo de una estética invertida que festeja la exteriorizada belleza de todo lo destruido y lo podrido; harto de todas estas texturas interesantes y de los juegos vacíos de una edicación puramente visual o táctil. No menos harto estoy de la abundante ausencia de la sensibilidad que, con dogmas oportunistas, sigue presumiendo, todavía, de ser capaz de sacar jugo a la copia o a la estilización de una realidad heróicamente vulgar. Estoy harto, sobre todo, de la atmósfera artificial e histérica del llamado mundo artístico, con sus placeres adulterados. Qusiera que una silla sea una silla, tal y cual, sin toda la enfermiza mistificación inventada en torno suyo. Estoy harto de mi propio yo que me repugna más que nunca cuando me veo arrastrado por la aplastante ola del arte menor y cuando siento mi profunda impotencia. 

Estoy convencido, por fin, que la belleza plástica, en la actualidad, se presenta con más vigor donde menos interviene el llamado artista.

Habrá que rectificar a fondo todos los valores establecidos: ¡Creer sin preguntar en qué! Hacer o, por lo menos, intentar que la obra plástica del hombre se convierta en una ORACIÓN PLÁSTICA”.

Repartieron, junto con el manifiesto anteriormente enunciado, panfletos que decían, por ejemplo:  “Hago constar que estoy harto. Por lo tanto, solicito respetuosamente que se me considere (h)artista” (Nombre y apellido, profesión – dirección – fecha y firma)”. Además, los escritos se encontraban llenos de advertencias en los que rechazaban la glorificación del individuo, propio del movimiento Dadá.

Durante el evento la concertista Consuelo R. de Souto improvisó extraños sonidos con su (h)oboe, en tanto que el dueño de la Galería, Antonio Souza, servía (h) agua fresca a los presentes. El propio Friedeberg recuerda:

“Así pues, como una forma de llamar la atención en México hacia este fenómeno – y de paso divertirnos –, y también para burlarnos un poco de lo absurdo de las creaciones y de la falta de creatividad, se organizó esta especie de exposición en la que en realidad había muy poco que exponer porque, teóricamente, todos estábamos ‘hartos del arte’” (Cervantes, 2011, p. 182)

La actividad concluyó, explica más adelante Friedeberg, de manera inesperada, pues Alice Rahon “en un ataque de rabia y envidia por no haber sido invitada, estrelló el huevo en la cabeza de Mathias. [(H)Alice (h)era (h)algo (h)enojona]”.

Referencias

  • Cervantes, J. (2011). De vacaciones por la vida. Memorias no autorizadas del pintor Pedro Friedeberg.México: CONACULTA & Trilce Ediciones.
  • Emerich, L. C. (2009). Olutítnis. En D. Hotlz, & J. C. Mena, Pedro Friedeberg (pág. 27). México : CONACULTA.
  • Kartofel, G. (1992). Mathias Goeritz. Un artista plural. México: CONACULTA.
  • Morais, F. (1987). Mathias Goeritz.México : UNAM.
  • Prampolini, I. R. (1974).Una década de crítica de arte.México: SepSetentas.
* Juego de palabras creado por Mathias Goeritz