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Una presencia constante

La Ruptura Hoy   -   Addy CP   -   17/09/2018

A unos días del natalicio de Juan García Ponce estuve pensando en la inefable amistad que guardó con Huberto Batis, la cual residió más allá de la literatura o por la literatura. Cada miércoles se reunían a cenar y rememorar complicidades en su casa, ubicada en Alberto Zamora (Coyoacán), hasta que a uno de ellos les venciera el sueño. Inexorables para evocar al otro en algún homenaje o presentación, a estos grandes creadores de imágenes los unió una cofradía que trascendió la vida y sus avatares. De dicha relación el escritor yucateco se expresaría de la siguiente forma [1]:

En cualquier forma, sea lo que sea lo que el destino te depare, yo seguiré cantando el bolero haciendo la segunda voz en el lugar en el que tú seas la primera. Buen viaje, Huberto. Mis buenos deseos se aplican también a mí. Hay que cambiar un poco la letra del bolero: Caminemos, “tal vez” nos veremos después. Ese “tal vez” es una absoluta seguridad. Caminemos...”

Además del camino, compartieron el pensamiento crítico que los hizo tomar distancia de la burocracia que privilegiaba “la mayor y deseada docilidad”. La sumisión era una palabra que se rehusaron a agregar a su vocabulario y el espíritu rebelde, del que habló el Dr. Alberto Ruy Sánchez en el Coloquio CEVIDI 2017, los llevó en más de una ocasión a polemizar y a discutir con pasión la defensa de la autonomía estética. No por ello dejaban de ser generosos para compartir su conocimiento con quienes los abordaran, independientemente si fueran sus alumnos o no. Dedico a ambos las siguientes líneas.


***

El barrio de Itzimná de la Ciudad de Mérida vería nacer hace 86 años al “director espiritual de una generación” [2]. Fue el mayor de los siete hijos del matrimonio de Juan García Rodés y de María Ponce G. Cantón. Su primera infancia transcurrió entre la Ciudad de Mérida y Campeche hasta los 12 años, cuando la familia se trasladó a la Ciudad de México (1945). 

Estudió literatura y arte dramático en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Inició su prolífica carrera como escritor a mediados de los años cincuenta con “El canto de los grillos” (1956), obra por la cual obtuvo el Premio Teatral Ciudad de México y a la que le siguieron más de 50 títulos y diversos reconocimientos y becas. Fue traductor, guionista, dramaturgo, ensayista, cuentista, novelista, crítico de arte, promotor, fundador, director y colaborador de instituciones culturales y suplementos culturales desde 1957.

Su labor resulta esencial para la comprensión del “recuento artístico de la época que corre aproximadamente desde principio de los años cincuenta hasta mediados o fines de los setentas”, que ha acabado por denominarse Ruptura y del cual se convirtió en su escritor por antonomasia [3].


Fue precisamente el mismo García Ponce que vinculó “Ruptura” y “Continuidad” para explicar las múltiples rutas que Siqueiros negó en aquella frase que lapidaría el curso de la escuela mexicana de pintura y el muralismo. Según el escritor yucateco el creador contemporáneo se diferencia de sus pares de otras épocas por una toma de consciencia de su historia y por decidirse a identificarse con las vanguardias europeas. 

Dos años más tarde de “la toma del Palacio de Mármol”, en el 68, aquel caldo de cultivo que reunió creadores de diferentes disciplinas comenzó a disolverse en medio del movimiento estudiantil y de su desenlace trágico el 2 de octubre. Dos días más tarde Juan García Ponce fue detenido al ser confundido con Marcelino Perelló, un dirigente estudiantil que también andaba en silla de ruedas. Juan, Nancy Cárdenas y Héctor Valdés salían de Excélsior, de donde habían acudido para llevar el primer manifiesto de protesta por la masacre de Tlatelolco. En Parte de guerra (1999), Monsiváis recuerda [4]:

“Juan hizo gala del enorme desprecio que sentía por sus raptores cuando en los interrogatorios les dijo a gritos que si querían saber de él leyeran sus libros: <<les llevará tiempo y esfuerzo, pero conocerán mi pensamiento>>”.

Una semana después, el 10 de octubre para ser precisos, la Galería Juan Martín presentó su establo en “un libro voluntariamente fragmentario, en el que cada artista es visto como una isla unida a las demás sólo por la corriente común del mar de la pintura en el que existe”. 

Aunque no era su propósito, García Ponce consigue en este libro perfilar una generación que toma en consideración los 15 años fijados por Luis González y González [5]. He ahí un gran debate porque los criterios de inclusión/exclusión en la Ruptura son otros respecto al ánimo que motivó la creación del libro del establo de la Galería Juan Martín. La intención de García Ponce en este libro era comprender la pintura de su tiempo y subrayar la importancia de la autonomía estética, para la cual no habría cabida de más correlatos sociales o políticos como meta del arte.

Descontextualiza en sus ensayos no solo a la corriente artística, sino también al crítico que escribe sobre ella. Sus reflexiones presentan una modalidad de arte producido en balance con la discursividad teórica y no subsumido en ella. Aunque no fue el único escritor de arte la generación de la Ruptura su obra ensayística se convirtió en un poderoso instrumento de difusión para los trabajos de estos creadores, la cual se encuentra compendiada en Cruce de caminos (1965), Trazos (1974), Apariciones(1987), De viejos y nuevos amores (1998) y Las huellas de la voz (2000).  

Crítico por necesidad García Ponce solo escribía sobre obras que le entusiasmaban, de tal manera que se centró en “la realidad única de las obras” más que en desvalorizar las que no eran de su interés. 

Referencias

[1] Juan García Ponce, Caminemos… Homenaje a Huberto Batis, El Heraldo de Puebla, 03 de septiembre de 2018. 

[2] Emmanuel Carballo, Juan García Ponce: director espiritual de su generación. En: Armando Pereira, La escritura cómplice. Juan García Ponce ante la crítica, México, UNAM & Ediciones ERA, 1997. 

[3] Teresa del Conde, Textos dispares, México, Siglo XXI. 

[4] Julio Scherer García & Carlos Monsiváis, Parte de Guerra, Tlatelolco 1968, Nuevo Siglo, 1999.

[5] Luis González y González, La ronda de las generaciones, México, Clío, 1997.