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Influencias y miradas compartidas, amores de artistas

Por Isaac Torres Tlaxcalteca (*)

¿Cómo entender el amor entre dos artistas? Quizá como cualquier otro, pues quienes lo viven son finalmente humanos. Algunas preguntas más pertinentes serían: ¿cómo el amor entre dos artistas puede influir en la creación de ambos?, ¿los símbolos, las formas, los colores de determinada obra de un artista, en un momento específico de su vida, pueden ser producto de un momento amoroso, sea este bello o trágico? Dichos cuestionamientos son respondidos de múltiples formas en Codo a codo: parejas de artistas en México, un libro en el que se exponen las historias de amor de parejas icónicas en el arte mexicano del siglo XX. 


En el estudio de las relaciones de pareja, o más bien en el comprender cómo entre dos individuos que se aman -vaya término abstracto- se forjan influencias, jerarquizaciones, estabilidades, pasiones, o lo que pueda imaginarse -digno de toda buena historia de amor- se requiere de la ayuda de las disciplinas como la psicología, la sociología y/o instrumentos como la perspectiva de género, ya que lo que pretende comprenderse es un fenómeno eminentemente cultural. Incluso, en algunos casos, -o más bien, dependiendo del trato historiográfico que se le dé- una historia de amor, sirve como un microfenómeno desde el que puede entenderse la moral de una sociedad e incluso otros procesos de ésta.

De las historias de amor que el texto nos ofrece nos enfocaremos en dos: las relaciones entre Nahui Olin y el Dr. Atl, y entre Rufino Tamayo y María Izquierdo. Dos amores que curiosamente iniciaron con el ascenso y la muerte de Álvaro Obregón; así, la historia entre Olin y Atl aconteció entre los años en que el general sonorense dirigía las riendas de un país encaminado hacia el nacionalismo y -la propagación simbólica del- socialismo. En cambio, Tamayo e Izquierdo se conocieron en un momento sumamente politizado, pues Obregón había sido asesinado; en otras palabras, menos saturadas de Historia, fueron amores que acontecieron respectivamente en la década de los 20 y los 30.


El amor entre Carmen Mondragón y Gerardo Murillo, mejor conocidos como Nahui Olin y el Dr. Atl, nació de la coincidencia de miradas en una exposición de él, y sobre la que ambos escribirían con particular belleza e intensidad. Su amor funcionó a ambos como una cura al sentimiento de tragedia, generalizado entre la sociedad de aquellos años posrevolucionarios, que tanto ella como él vivieron muy de cerca; ella tuvo que exilarse en Europa debido a la relación de su padre con el porfirismo y el huertismo, por otra parte, Atl sufrió la persecución, el encarcelamiento y la miseria por su participación en el carrancismo.

Su relación puede entenderse como un amor influyente en la creación de ambos; pues, coincidencia o no, mientras estuvieron juntos, al menos en sus principios, el Dr. Atl, se enfocó a la pintura y dejó parcialmente la lucha política; por su parte, Nahui Olin produjo abundantemente obra poética. No hay que olvidar que su relación se distinguió por una vida sexual, erótica y pasional de suma intensidad, que propició por parte de ambos diversos poemas, incluso, algunos transgresores como los de Olin, en los que planteaba algunos aspectos de manera explícita, a diferencia de su pareja, que no llegó más allá de la metáfora. En relación con lo último, Dina Comisarenko entiende el auge creativo de ambos a partir de la perspectiva freudiana que postula que las “pulsiones sexuales” sirven de instrumentos para la generación de actos, en este caso artísticos [1].También menciona a Bataille y su propuesta sobre el erotismo como generador de preguntas fundamentales [2]. En síntesis, el punto fundamental que influyó en la creación de ambos, fue un amor inmerso en la pasión no sólo carnal, sino espiritual, que produjo en los dos un clima de inspiración creativa. Sin embargo, aunque los dos eran pintores, su enriquecimiento mutuo se dio principalmente en la literatura, y sin duda alguna, en la concreción de una estabilidad para la producción artística de ambos.


La relación entre Tamayo e Izquierdo se dio en un contexto de maestro y alumna. Él a finales de la década de los 20 ingresó como profesor a la Escuela de Bellas Artes, en la que ella estudiaba. Sin embargo, no sólo ese contexto los uniría, sino que se vieron encontrados en la idea de que el arte debía estar libre de toda representación política. Sus posturas artísticas -no políticas- explican por qué Tamayo no continuaría en una institución que, en esos años, principios de los 30, pensaba la educación artística a partir de postulados políticos. Al igual que su profesor, Izquierdo dejó las clases por las mismas razones.

Tamayo e Izquierdo compartieron temáticas relacionadas con el carácter popular de lo mexicano, sin caer en un realismo, pero sí en la experimentación de las formas de vanguardia y los tratamientos de la temática, de este modo se acercaron al clasicismo primitivista, a los símbolos del surrealismo y a la mirada de lo que finalmente entendían como lo mexicano -universalmente. Sin embargo, la percepción de muchos sobre la pareja, fue que Tamayo fungió como el profesor en Izquierdo y no viceversa [3], además, se consideró a la obra de él como intelectual y a la de ella como de un tono más referente al sentimiento; hecho  que se puede explicar si se considera que Tamayo desde los principios de su carrera expuso su marco teórico del arte, mientras que María Izquierdo, al menos sólo en sus inicios, tenía de portavoces de su obra a poetas y hombres de letras [4].

Los artistas como cualesquiera otros sujetos vivieron la experiencia del amor como un fenómeno determinante en el curso de un momento específico. Sin duda cada pareja de artistas vivió de modo particular el amor en su obra, algunos con una producción explícita de un amor vivo, otros que compartían la mirada.

Referencias

[1] Dina Comisarenko Mirkin. «Nahui Olin y Dr. Atl: "una ración de paraíso".» En Codo a codo: parejas de artistas en México, de Dina Comisarenko Mirkin (coordinadora), 21-57. México, D.F.: Universidad Iberoamericana, 2013, pp. 43

[2] Op. Cit., pp. 44.

[3] Adriana Zavala. «María Izquierdo y Rufino Tamayo: a propósito de deudas e influencias.» En Codo a codo: parejas de artistas en México, de Dina Comisarenko Mirkin (coordinadora), 197-224. México, D.F.: Universidad Iberoamericana, 2013, pp. 208.

[4] Op. Cit., pp. 222-223.


(*) Estudiante de la Licenciatura en Historia (UADY) y Becario del CEVIDI.